Y ahora te regocijas en los presentes,
aún saboreas el duro pavo
la leche con café y aguardiete
los panecillos con fruta confitada.
Y ya que abriste los obsequios
que trasnochaste mirando un pino falso
que aguantaste la marejada de villancicos
te pregunto:
¿Por qué?
Habeis celebrado el cumpleaños del Mesias,
el hijo de Dios hecho hombre,
al mismo Dios hecho niño pobre.
Si gozaste conmigo del nacimiento
acaticiaste con tu alma el canto de los ángeles y arcángeles
que alumbraban la sombría e insalubre noche de Belén,
bienvenido a la cena de diciembre,
esa donde se bebe el vino que es sangre de su sangre
se come el pan que es carne de su carne
se goza en la alegría del salvador.
Si no creeis en él,
y sólo fuisteis devorad@ por esa bestia llamada consumo,
puedes coger las sobras.
Alma sombría
sierv@ del capitalismo,
mente frágil, títere del Tío Sam,
llénate de envoltorios que intenaron envolver felicidad de plástico
que moldean tus antojos como lo quiera el patrón,
o los patrones de al norte de México.
Celebraste sin merecer,
convocasteis al cumpleaños,
pero dejaste afruera al cumpleañero.
Celebraste sin saber
que el único que feliz navidad tuvo
fue el gordo y ambicioso mounstruo del sistema,
del cual te transformaste inevitablemente en peón.
Que tus viejos gordos y barbudos
te ayuden a juntar motivos para fingir esa felicidad,
esa que dicen está en el polo norte
que viaja por el cielo en trineo,
uno tirado por renos, uno de nariz roja,
que en una noche invade el mundo de consumismo
sembrado desde hace meses con la mentira del Viejo Pascuero.
Celebraste sin saber,
que un niño nacido en un potrero vino a salvarnos,
y que tú cada año lo vuelves a cricificar apenas nace
dejándote atrapar por las fauses de la navidad roja,
roja, como la bebida yanqui, roja,
como las lágrimas de María al parir a Dios,
ROJA...
Como la sangre de tus venas,
venas henchidas de espíritu de consumo...
Feliz Navidad
