Y él lo evita... lo evita... jura que lo evita, pero le es realmente difícil contenerse. Sus manos recorren la silueta curvilíneaque, sorprendentemente, le hacen sentirque se hace estrecha la entrepierna del pantalón.Sus dedos hacen contacto con la ropa de la jovencitaque con su zarca mirada lo sacó de la reunión de amigospara comenzar con la danza de la desnudez.Con efecto dominó van saliendo broches y botones,mientras el recoveco más alejado de su mentele recordaba que era alguien más con quiensu cuerpo desnudo encontraba la lujuria.Comenzaban ambos a salir de sus capullos,
extasiados en alcohol, sudor y hormonas.
Él recorrió su cuerpo con los labios,
mojó su vientre con el ron de su vaso
y lo bebió hasta llegar a la cuenca fértil de la pelirroja.
Comiénce entonces la danza de la fertildad entre ellos,
quienes se hallaban sedientos de goce,
ávidos de piel rozándose.
Concluido entonces el ritual,
mientras ella encendía un cigarrillo
recostada sobre su pecho aún agitado
halló la respuesta a la duda que le ordenaba
poner fin a la relación que mantenía con el hermano de su nueva Venus.
Por fin lo supo:
no era homosexual.