24/1/11

Qué imbécil!!!

Allé el problema... Vino a mi en un libro...

Yo jamás iba ni voy a aceptar pedir perdón por haberle hecho algo que le dañó. Porque yo jamás hice algo para dañarle.

Lo que pasó es que hice algo que le dañó. Eso sí puedo aceptarlo.


Te pido perdón por eso.

No llegas...

Y no llegas, mientras nosotros comemos uñas...

Y estás haciéndote daño...

Y estás pagándoles por tu muerte...

No llegas...

19/1/11

Insomnio

Las manecillas del reloj avanzan a la velocidad del bostezo. Bostezo ajeno, bostezo de quien sí tiene sueño.
Yo intento imaginar, plasmar en caracteres digitales pensamientos ambiguos nacidos de Dios sepa dónde. Intento sentir que tengo vida, que trabajo para vivir y no que vivo para trabajar. Quiero escribir un poema de amor a mi compañera, otro que hable de política para descuerar a los farsantes que ostentan el poder grotezcamente, otro que hable simplemente de metáforas sobre la vida y la muerte.
Mas hoy por hoy no tengo mucho. Sufro de un anegamiento de mierda en mi constelación de emociones, como si todo el nauseabundo contenido del wáter fuese a salir del inodoro cual géiser del Tatio. Siento muchas cosas que me cuesta experimentar, debiendo decir que hasta lavarme la cara me agota.
Estrés
CANSANCIO
nostalgia
Pena...
sí, pena. Pena porque mi autoestima de llena de arrugas en la frente, las arrugas con las que cargan amargados ancianos cansados de la vida, a quienes nisiquiera la muerte saca del estado ágrio en el que sus almas pululan dentro de sus oxidados cuerpos. Rabia, porque vivo la flor de la juventud extasiado de sueño permanente. Automisericordia, pues me veo pavimentando mi infelicidad, todo porque la maldita necesidad tiene la cara más horrenda y cruel que pueden tener los herejes.

Extraño mucho, extraño cualquier cosa que me haga sentir que poseo mi vida, mi ajetreada, golpeada, exigida, jodida y oscilante vida. Me aferro al recuerdo de sus besos, a mis sueños acariciando su rostro, al aroma de su cuello cuando me aprisiona con amor en esos lazos angélicos que los mortales dicen son sus brazos. Me abrazo con desesperación a escuchar las voces de aquellos a quienes amas, de esos que viven bajo tu mismo techo y decides llamar familia y de aquellos quienes viven en otras latitudes, pero que decides llamarles igual. De aquellos seres humanos gloriosos que conociste vistiendo trajes designados, y que un papel legalizado les separa.

Mi nostalgia danza con fuerza centrífuga, atrapando toda la pena posible cuando se rememora a aquel que dicen ya perdí. A aquel que codo a codo compartió más que una amistad: fueron sueños, ideales, anhelos, frustraciones y lo que es más importante... lazos
afectos
cariño.
Eso, cariño y aceptación a las ideas del otro, logrando hacer más fuertes y perennes cuanta coincidencia existía por sobre los contrastes presentes. Me lleno de incertidumbres cuando vuelvo a oir al teatrero folklórico que canta al son del rulo del pandero:
Quién tuviera un corazón
de papel, como la esquela,
resiste tantas mentiras
pero nunca siente pena...
Al son del aleteo de un zancudo vuelvo a preguntarme cuan determinante fue mi accionar. Insisto en que me digan cuanto quieran, menos a que coloquen en lo alto de mi cruz un cartel que diga: Traidor

Me sigo oponiendo contra marea y viento. Y sigo afirmando que los hechos acontecidos no hacen invalidante el lazo. Pero eso digo yo...

(Esta es la parte donde mi compañera suele sentir culpa. Y es la parte donde le insisto en que ella no es culpable de nada)

Por ahora, a la oscuridad de la luna me queda esperar que ojalá pase algo que me duerma de pronto: un rayo enceguecedor, un disparo de lluvia congelada... algo que me haga vivir.
Vivir para ella, para acrecentar los te amo cada día.
Vivir para ellos, para seguir viviendo en camaradería.
Vivir para los otros ellos, porque del núcleo se fortalece al individuo.
Vivir para buscar en el corto plazo la respuesta a si definitivamente debo decir adiós.
Vivir para mi... para emprender ese nuevo viaje con tezón, sabiduría... y todas esas cosas...

9/1/11

Historia de un ángel, un francés y una paloma

En 25 años como estatua humana jamás me pasó algo así: una paloma se paró en mi hombro y vació su intestino. Como buen profesional me quedé en posición de ángel hasta que un turista francés me dio una moneda. Moviéndome lenta y elegantemente le saqué la corbata y limpié mi hombro. Luego levanté el cuello de su camisa, le anudé la corbata y con la pintura de mi dedo le escribí merci bocoup en su chaqueta. Cuando pensé que llamaría a carabineros me sonrió, me dejó mil pesos y se fue feliz.
 
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